lunes, 26 de enero de 2015

Nos llega la corbata al cuello

00:06

Antes que nada, me siento conforme con escribir a las 00:06 ya que responde a una teoría por la que vengo luchando desde que era bien pequeña al no entender el sentido de las horas: el día comienza cuando uno se levanta y termina cuando uno se duerme.
Es evidente que para poder coordinarnos todos a nivel social ha sido importante delimitar las horas en un cuadradito de tiempo u otro pero, como decía ayer, humanos somos y todo lo inventamos y, en la república independiente de mi hogar (gracias Ikea por el anuncio vírico) cada uno lleva las horas conforme a su libertad.

Y de libertades anda el tema.

Será porque más a menudo de lo que me gustaría andamos todos con el tema de conseguir o no empleo entre manos, o porque casi cada día nos cruzamos con miles de personas que llevan un disfraz u otro, pero tengo la impresión de estar rodeada de un gran teatro constante con unos cuantos coordinadores de atrezzo muy eficientes.

Minuto número 1 de una entrevista laboral: escaner al tipo de ropa que lleva el individuo que toca, ya que eso será el 60% de la entrevista (de ahí lo de "dime como vistes y te diré quien eres")
Minuto número 2 de los niños saliendo de una escuela de corte privado o semi-concertado: adiós corbatas, babis, gomas de pelo molestas, y la era de la libertad de las medias medio caídas da comienzo.
Minuto número 3 de los adultos saliendo de la inmensa mayoría de sus trabajos: llegada a casa, abrir el armario, ponerse ropa "real" y salir a la calle. (Menos los que directamente atacan al cajón del pijama).

Y comienzo a pensar... ¿será que la realidad que vivimos cuando estamos trabajando (la escuela es un trabajo, sin duda) tiene que relacionarse, por fuerza, con ser otro "yo"?
¿Qué ocurriría si cada uno de nosotros se presentara a una entrevista laboral "au naturel"?

Veamos, comprendo la utilidad y la necesidad del uso de ciertos uniformes, ya sea porque distingan empleos ligados con la sociedad o porque evitan que la persona sufra algún tipo de daño. Medio puedo comprender la necesidad de corporativizar a un empleado dentro de un establecimiento para que los compradores o visitantes tengan una referencia a la hora de buscar información (siempre y cuando no se convierta en algo excesivo porque, de verdad, que hay pobres dependientas que parecen árboles de navidad; y lo de la peineta de los Cienmontaditos es para darle quehacer a Almodovar). Pero no termino de entender, en trabajos que no requieran cara al público, ni pertenezcan a una empresa que quiera dar una imagen determinada, ni a la hora de hacer una primera toma de contacto qué utilidad real tiene el disfrazarse.

Y sí, hablo de disfrazarse porque no deja de ser vestirse de algo que no somos para conseguir suplantar una actitud, personaje, etc.
¿No sería más útil para las empresas eliminar este protocolo arcaico y entender que, cuanto antes conozcan al empleado antes saben si es apto para continuar en el puesto?
¿No sería una gran ventaja para todas aquellas personas que pierden seguridad ante momentos como ese o inclusive en sus puestos de empleo?
¿Se perdería la gracia de ser uno mismo al margen del trabajo, o bien naturalizaríamos la situación, dejaríamos de verlo como "algo mejor o peor en lo que invertir horas para ganar dinero" y nos sentiríamos más cómodos con nuestra labor?
¿Por qué educarnos desde la infancia a someternos a una voluntad social tan absurda como poco práctica, para conseguir objetivos determinados?

Si le damos la vuelta varias veces a la tortilla, veremos que hasta la desnudez tiene un cierto tipo de ámbitos y sanciones: dormir con ropa o no (depende de lo que vayamos a hacer), llevar o no ropa interior, y hasta acudir a un espacio público como nuestras señoras madres nos dieron a luz.
Es decir, escándalo público es considerado que un ser humano decida desnudarse en un espacio considerado "público" (aunque cada vez quedan menos), o que uno se tumbe a disfrutar en plena naturaleza del sol en sus pieles; pero escándalo público no es vestirse de quien no somos para conseguir fines determinados en un escenario social, ya sea educación, trabajo o lugar de fiesta puntual.

En plena era de lo "eco", lo "bio" y lo natural, quizá podamos mirarnos un poco y entrar en la época de lo "yo verdadero". Y seguramente, nos encontraríamos a nosotros mismos con más facilidad.

00:28 (ups)





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