lunes, 2 de febrero de 2015

La piel que vistes

00:49

Lo llamaron Rock Psicodélico, y marcó toda una década musical y social. Y se fue como otras épocas. Y sin embargo, generaciones que no hemos ni llegado a ver vivos a muchos de sus integrantes tenemos en nuestras manos, más de una vez y más de dos, una letra que nos revuelve la sangre en los dedos y nos deja tragar con calma.

Detrás de esta música, como en tantas ocasiones, hay un movimiento social y de liberación impresionante.
Las drogas, el contacto con la naturaleza, la lejanía con el cambio industrial, el intimismo. Alejar de sí el terror de decir o hacer lo que uno considera justo o deseable.

Y en gran medida, dejarse llevar por el placer sexual y experimental con el mismo sexo, el grupal, la libertad del cuerpo, del bello, del conocimiento humano hasta verse tal y como es. Desnudo.

El terrible problema de mirar atrás en el tiempo, es ver lo que se ha ganado y lo que se ha perdido.
¿Cuál es el motivo de que una persona en topless en una playa cualquiera sea deseable si es joven pero sea algo a evitar y a criticar si es una persona anciana? (Dicho esto, todo este claro, por gente bastante joven de varias décadas diferentes, no de la época de la pobre persona en cuestión)
Se comprende que ver a una mujer u hombre joven desnudo sea algo apetecible desde el punto de vista erótico sexual, pero la inmensa mayoría de las personas que conozco que practican topless tratan de evitar, es más, que se les mire fijamente a sus atributos porque no es la idea de ese momento de contacto con el sol.

Cosas como esta, son las que hacen reflexionar sobre si hemos puesto el pié en el freno, metido la marcha atrás y llevado el coche a la cuneta de los 40.

Tan bello es vivir la desnudez, como disfrutar de una buena comida.
Tan válida una mujer que no desea llevar sostén, como un hombre que va sin ropa interior. Y no creo que sea ni más ni menos guarro. Simplemente es una persona que, estéticamente o por salud, no necesita esos complementos.

De las experiencias más hermosas que he tenido la suerte de vivir, fue la de ver a un grupo de gente (me incluyo), observando conciertos en una sala mientras el presentador nos invitaba a la desnudez de una manera natural y nada controvertida. Y poco a poco, padres, madres, hijos, abuelos, quien más quien menos, quitaba en su totalidad las prendas de su cuerpo o alguna que otra. Y en todo esto, había un gracioso señor bastante "viejo" que no cesaba de golpear sus testículos, sin querer, con la esquina de la mesa cada vez que se levantaba para cualquier cosa. Y entre risas pasó la noche.

Admiro a personas como los bicinudistas en Valencia, que tienen el valor de manifestarse por el derecho a ser originales, únicos, irrepetibles, defectuosos y sobretodo, piel y desnudez.

Y no es necesario fumarse un porro para cambiar todas estas cosas, ni ponerse flores en el pelo, ni vivir en una furgoneta rodante, sólo hace falta mirarse al espejo de los otros y con sus ojos.

Porque PinkFloyd y Joplin, siguen sonando.

01:12 (plus tres)




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