sábado, 14 de febrero de 2015

Shh...duerme.

04:30

Dormía, y soñaba que escribía mientras escuchaba alguna voz que me decía "te duermes"
Soñaba con la realidad, con la vista puesta en cualquier lugar que, por fantástico, era real.

Dormía pensando que el calor de una hoguera amamantaba el cuerpo gélido y palidecido, en una especie de glaciación para la que no estábamos preparados.
Notaba el tacto suave de la lana del montón de esquilado cercano y amoldaba mi cuerpo a la parte que se hundía en la tierra, en una tierra virgen que soportaba el cuerpo.

Pensé que podía volar y abrí la puerta del granero para escapar, con la capa sobre la cabeza, cogida por el tacto de unas manos invisibles que me alzaban y me bajaban, mientras yo, suspendida en el aire, intentaba hacer crecer la fuerza de los tornados con  una melena, aún incipiente.

Sentía, dormida, la sed de la última cerveza, que provocaba ríos necesitados y febriles a lo largo de toda la raíz circulatoria y de los poros.
Me convertí en pez que buscaba su estanque, boqueando hasta alcanzar una fuente cálida y extensa bañada por el mismo calor de la hoguera, casi como una caldera natural de líquido tibio y relajante.

Dormía, y la conciencia se fue a pasear cerca de la intuición y algo parecido al destino, mostrando imágenes confusas en un televisor descolorido e invisible al borde de las retinas oculares de dos amantes dormidos.

Cogí la mano y abrí los ojos.

Las sábanas revueltas daban fe de una odisea aún no escrita.

Y seguí durmiendo. Y seguí viviendo. Que la noche está hecha para viajar. Y los sueños, para ser soñados.

04:51

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